MEDITERRÁNEO
(DEL LIBRO “TODOS LOS ROSTROS QUE SOY”
1996
ROSA RUIZ GISBERT
(DEL LIBRO “TODOS LOS ROSTROS QUE SOY”
1996
ROSA RUIZ GISBERT
También está el mar
que es la forma que tiene
Dios de ser azul
Manuel Vincent
I
Cómo dominar el vuelo de las palabras
hasta encontrar esa voz que busco
-anhelo de pájaro o de llanto-,
esa voz que cante tu belleza
de tiempos pretéritos y de ahora mismo,
de esta tarde gris desvanecida
que muere sin que yo pueda evitarlo,
como muere el verano que se va
a calentar otras arenas,
mientras un frío azul tirita en mi piel.
I I
Dedicado a Ángela
Cómo poner palabras a mi verso
si tu nombre ya duerme en el recuerdo
y en los labios se torna reverente.
No hay promesas que traer a mi sueño
si vacía estoy de ti.
Sólo este anhelar las arenas de tu orilla,
la amada playa azul de tus abrazos,
mi nombre en la frontera de tu boca…
No hay nada en tu lugar porque te has ido
y muero yo contigo en la memoria.
I I Isi tu nombre ya duerme en el recuerdo
y en los labios se torna reverente.
No hay promesas que traer a mi sueño
si vacía estoy de ti.
Sólo este anhelar las arenas de tu orilla,
la amada playa azul de tus abrazos,
mi nombre en la frontera de tu boca…
No hay nada en tu lugar porque te has ido
y muero yo contigo en la memoria.
Cómo soñar caballitos de mar entre los muslos,
estremecidos temblores azules
cubriendo todos los espacios
y un viento florecido de geranios.
Toda la luz de la tierra conmigo,
en un instante me hago incendio,
y es tu abrazo desnudo mi remanso
mientras afuera el tiempo se desboca.
I V
Cómo es tu abrazo azul y frío
en este submarino atardecer
que escribe poemas sobre mi vientre
hecho de agua,
que urge horizontes temblorosos
y aletea de recuerdos
hechos de espera,
y que amenaza con anegar mi piel
de callados torbellinos.
V
Cómo vagar por tus riberas
sin pisar las lágrimas de la luna,
sin escuchar el nombre
que las olas murmuran sordamente,
sin quedarse aterida de niebla
y de espacios sin eco,
sin llorar de nostalgia por una estrella,
sin soñar, por un momento, el paraíso
y que tú me dijeras: entra, esta es tu casa.
V I
Cómo en la noche vienen hasta tu orilla
afiladas luces de farolas;
la ciudad, a lo lejos, baila
en el aire de este instante inocente.
La muerte y los naufragios
se transfiguran con la fuga de los días
como si el anhelo del agua
no anegara tantas guerras perdidas.
V I I
Cómo la memoria de tus rompientes
engarza frases sin sentido
que sólo comprende la brisa;
porque la brisa siempre estuvo allí,
en las guerras y en la paz
de los pueblos antiguos
como de los pueblos modernos;
no así las lágrimas,
de dicha o de quebranto,
que esas, al fundirse con la espuma,
se volvieron azules y se perdieron
entre tus aguas, mar.